Dónde se acaba Mozart
À défaut de traduction française, je reçois une version espagnole du texte italien d'Erto Fumagalli. Eh bien...
Dónde se acaba Mozart
Las profecías que están expuestas en los capítulos noveno y décimo del Sutra del Loto son el horizonte hacia el que vamos: Desea ardientemente aquello que el Señor Buda quieres que te conceda y te lo dará; deleítate, incluso por un solo instante, de una sola línea del Sutra del Loto y lograras la Anuttara-Samyak-Sambodhi, venera los sutras y ofrece generosos done a los Buda del pasado, del presente y del futuro, y alcanzaras el estado supremo de Buda perfectamente realizado. En otras palabras, haz aquello que el Buda espera que hagas y el cofre del tesoro se abrirá.
¿Y que cosa espera el Señor Buda, que nosotros hagamos? ¿Nos sugiere algo? Nos sugiere tener fe en él, creer en él a través de su celebración y la de su palabra. No nos plantea otra cosa el Señor Buda, si no la Suprema condición de Buda perfectamente realizada.
Una lectura escatológica de estos capítulos del Sutra del loto podría hacernos pensar que sería suficiente ofrecer con alegría incienso, velas, flores y cantos, para conseguir en un futuro la Suprema condición de Buda perfectamente realizada. Una lectura alegórica, no solo podría consolidar la idea de que con el transcurrir tiempo nuestra fe practicada nos haría acceder a la Suprema condición de Buda perfectamente realizado, sino que nos induciría a racionalizar, a menudo en términos morales, lo que el relato implica. Los relatos del Sutra del Loto son parábolas y como tales deben ser leídas: No implican nada, son acontecimientos del lenguaje, de las creaciones poéticas que irrumpen con fuerza en la praxis soteriológica para desarticular la seguridad de quien cuenta con la estabilidad de las tradiciones, la regularidad de la práctica religiosa y hasta la solidez de las instituciones sociales.
Las parábolas tienen un papel subversivo, son una provocación urgente e ineludible por quien las escucha o para la ley, ya que sustraen de la articulación del tiempo apocalíptico catapultándolos en el aquí y ahora, dónde la Naturaleza de Buda reina.
Las parábolas no son para tratar como ecuaciones matemáticas, no hay nada que resolver, sino ocasiones de vivir de modo subversivo para actualizar aquel territorio distinto, santo y caótico.
En este mundo desencantado, avispado, desengañado, ¿pueden todavía desarrollar las parábolas del pasado la función para la que han sido formuladas? Parece que no. ¿En occidente no logran provocar escándalo y conversión o, por lo menos, no a la velocidad esperada (crecerá más de prisa una planta, estirándola?), en oriente se han vaciado de la vitalidad original, exactamente como el discurso de la montaña de Jesús en los países cristianos. Los templos japoneses se están vaciando, y no, por cierto, a causa de la crisis económica o demográfica. ¿Qué hacer? ¿Y si recomenzáramos con las biografías individuales? ¿Qué hay más parecido a las parábolas que la propio vida? Por otra parte, la vida del Señor Buda es una parábola, la Parábola. De la misma forma, nuestras vidas, día tras día, son ocasiones de subversión, de emancipación.
"Sin saber,
el mal puedes encontrar.
No puedes ver,
puedes dar sólo un paso adelante
y después puedes morir"
(Gaia, una niña de 7 años, 2010)
La vida irrumpe con fuerza en nuestra vida, desquicia nuestras seguridades, se burla de nosotros, es un rompecabezas que nos enerva, nos aterroriza de misterio, nos hace rodar en lo mercantil, precipitar en la nostalgia como sucede a los que partiendo de su país dejan olores, colores, gustos, formas, relaciones y llegando a otro encuentran una lengua diferente, casas diferentes, comidas diferentes, fiestas diferentes, miradas diferentes, hasta enfermedades diferentes y se encuentran oscilando entre lo que han sido, y que ya no podrán ser, y lo que todavía no son. Un sentimiento de irrimediabilidad aflora, y, como todos los sentimientos que transportan hacia algo imposible de alcanzar, la nostalgia puede llevar a la desesperación. Pero se puede pensar también en una nostalgia que no comporta, necesariamente, la desesperación. Una nostalgia que deja abierta la puerta a la seducción de otro destino, a penetrar un territorio desconocido, pero no por ello imposible de amar, un día.
Así como no hay lugar a donde ir, no hay ninguna vida pasada que dejar por una nueva; hay, sin embargo, un presente para contaminar con el pasado "amando y haciendo lo que quieras", como enseña San Agustín o, como exhortó un día chamán , "despertándose al sueño" y ... Mahakasyapa sonrió a la flor que apareció ante sus ojos.
¿Pero qué tiene eso que ver con Mozart? Ninguno. Me pregunto donde ha terminado su espíritu. Ciertamente, en las magistrales réplicas seguidas, con talento virtuoso, por los los profesores y maestros de la orquesta, ¿pero su impulso creativo? Escucha, escucha ... "No caminar sobre las huellas de los antiguos; busca lo que ellos buscaban" susurra Bashô, y con él Charlie Parker y Jimi Hendrix.
Todo en nuestra vida nos dice que estamos buscando, encontrémonos, entonces, de vez en cuando, para luego de nuevo escondernos y recomenzar el juego de nuevo. Juego que puede ser jugado con modos y formas que calcan la tradición, pero que también se alejan o incluso la traicionan.
Erto Taigô Fumagalli.
Dónde se acaba Mozart
Las profecías que están expuestas en los capítulos noveno y décimo del Sutra del Loto son el horizonte hacia el que vamos: Desea ardientemente aquello que el Señor Buda quieres que te conceda y te lo dará; deleítate, incluso por un solo instante, de una sola línea del Sutra del Loto y lograras la Anuttara-Samyak-Sambodhi, venera los sutras y ofrece generosos done a los Buda del pasado, del presente y del futuro, y alcanzaras el estado supremo de Buda perfectamente realizado. En otras palabras, haz aquello que el Buda espera que hagas y el cofre del tesoro se abrirá.
¿Y que cosa espera el Señor Buda, que nosotros hagamos? ¿Nos sugiere algo? Nos sugiere tener fe en él, creer en él a través de su celebración y la de su palabra. No nos plantea otra cosa el Señor Buda, si no la Suprema condición de Buda perfectamente realizada.
Una lectura escatológica de estos capítulos del Sutra del loto podría hacernos pensar que sería suficiente ofrecer con alegría incienso, velas, flores y cantos, para conseguir en un futuro la Suprema condición de Buda perfectamente realizada. Una lectura alegórica, no solo podría consolidar la idea de que con el transcurrir tiempo nuestra fe practicada nos haría acceder a la Suprema condición de Buda perfectamente realizado, sino que nos induciría a racionalizar, a menudo en términos morales, lo que el relato implica. Los relatos del Sutra del Loto son parábolas y como tales deben ser leídas: No implican nada, son acontecimientos del lenguaje, de las creaciones poéticas que irrumpen con fuerza en la praxis soteriológica para desarticular la seguridad de quien cuenta con la estabilidad de las tradiciones, la regularidad de la práctica religiosa y hasta la solidez de las instituciones sociales.
Las parábolas tienen un papel subversivo, son una provocación urgente e ineludible por quien las escucha o para la ley, ya que sustraen de la articulación del tiempo apocalíptico catapultándolos en el aquí y ahora, dónde la Naturaleza de Buda reina.
Las parábolas no son para tratar como ecuaciones matemáticas, no hay nada que resolver, sino ocasiones de vivir de modo subversivo para actualizar aquel territorio distinto, santo y caótico.
En este mundo desencantado, avispado, desengañado, ¿pueden todavía desarrollar las parábolas del pasado la función para la que han sido formuladas? Parece que no. ¿En occidente no logran provocar escándalo y conversión o, por lo menos, no a la velocidad esperada (crecerá más de prisa una planta, estirándola?), en oriente se han vaciado de la vitalidad original, exactamente como el discurso de la montaña de Jesús en los países cristianos. Los templos japoneses se están vaciando, y no, por cierto, a causa de la crisis económica o demográfica. ¿Qué hacer? ¿Y si recomenzáramos con las biografías individuales? ¿Qué hay más parecido a las parábolas que la propio vida? Por otra parte, la vida del Señor Buda es una parábola, la Parábola. De la misma forma, nuestras vidas, día tras día, son ocasiones de subversión, de emancipación.
"Sin saber,
el mal puedes encontrar.
No puedes ver,
puedes dar sólo un paso adelante
y después puedes morir"
(Gaia, una niña de 7 años, 2010)
La vida irrumpe con fuerza en nuestra vida, desquicia nuestras seguridades, se burla de nosotros, es un rompecabezas que nos enerva, nos aterroriza de misterio, nos hace rodar en lo mercantil, precipitar en la nostalgia como sucede a los que partiendo de su país dejan olores, colores, gustos, formas, relaciones y llegando a otro encuentran una lengua diferente, casas diferentes, comidas diferentes, fiestas diferentes, miradas diferentes, hasta enfermedades diferentes y se encuentran oscilando entre lo que han sido, y que ya no podrán ser, y lo que todavía no son. Un sentimiento de irrimediabilidad aflora, y, como todos los sentimientos que transportan hacia algo imposible de alcanzar, la nostalgia puede llevar a la desesperación. Pero se puede pensar también en una nostalgia que no comporta, necesariamente, la desesperación. Una nostalgia que deja abierta la puerta a la seducción de otro destino, a penetrar un territorio desconocido, pero no por ello imposible de amar, un día.
Así como no hay lugar a donde ir, no hay ninguna vida pasada que dejar por una nueva; hay, sin embargo, un presente para contaminar con el pasado "amando y haciendo lo que quieras", como enseña San Agustín o, como exhortó un día chamán , "despertándose al sueño" y ... Mahakasyapa sonrió a la flor que apareció ante sus ojos.
¿Pero qué tiene eso que ver con Mozart? Ninguno. Me pregunto donde ha terminado su espíritu. Ciertamente, en las magistrales réplicas seguidas, con talento virtuoso, por los los profesores y maestros de la orquesta, ¿pero su impulso creativo? Escucha, escucha ... "No caminar sobre las huellas de los antiguos; busca lo que ellos buscaban" susurra Bashô, y con él Charlie Parker y Jimi Hendrix.
Todo en nuestra vida nos dice que estamos buscando, encontrémonos, entonces, de vez en cuando, para luego de nuevo escondernos y recomenzar el juego de nuevo. Juego que puede ser jugado con modos y formas que calcan la tradición, pero que también se alejan o incluso la traicionan.
Erto Taigô Fumagalli.
Imprimer | Articlé publié par Jiun Éric Rommeluère le 22 Nov. 10 |
le 23/11/2010
En momentos de confusión, general y personal, y me refiero al zen, al budismo zen, y a su sentido para nosotros, y a las "formas" que deberá necesariamente desarrollar aquello que no tiene forma para poder expresarse en nuestras lenguas y hablarnos a nosotros que hablamos en esas lenguas, en esos momentos, tal vez sea bueno buscar inspiración en otros momentos fundadores. En ese sentido, leyendo el escrito de escrito de Erto Fumagalli, pero tambien contemplando mi propia vida, mi propia practica en esta vida que me aparece como mia, me vienen a la mente las palabras de dos fundadores de aquello que, hoy, llamamos zen, y que, supongo, entonces no llamaban así, o tal vez no llamaban de ninguna manera.
Las primeras palabras son de Seigen, aquel discipulo del sexto patriarca al que despues se situo en el inicio de la escuela Caodong/Soto. Son estas:
«Seigen pregunta al Gran Maestro Neng: “¿Qué práctica no se hundiría en las categorías? [es decir en la dualidad, en las formas, en las discriminaciones]”
El patriarca responde: “¿Qué práctica haces tu?”
El maestro: “Ni siquiera practico la verdad suprema. [que puede traducirse tambien como la noble verdad, o las cuatro nobles verdades, o la verdad santa, o incluso, si se quiere, como el satori o el nirvana. Pero también como la vía, o la práctica de la vía formalizada en una serie de acciones más o menos ritualizadas]”
El patriarca: “¿En qué categoría has caído?”
El maestro: "Ni siquiera practico la verdad suprema. ¿Qué categoría podría haber ahí?”
El patriarca: “¡Sí, Así es!, Protégela bien”»
le 23/11/2010
Las segundas palabras pertenecen a otro discípulo, tambien del sexto patriarca, a Nangaku en este caso, al que se le asoicia en cambio con el origen de la escuela Rinzai. Si bien estas categoria Soto/Rinzai no las hacían ellos, sino que aparecieron mucho despues, por rivalidades que no vienen al caso y que no creo que tengan nada que ver, en realidad, con el budismo en si, sino mas bien con todo lo contrario.
Estas segundas palabras me vinieron precisamente a la mente cuando ley en el texto de Erto Fungarelli lo siguiente, que me sorprendió: "Così come non c’è nessun luogo in cui andare, non cʼè nessuna vita passata da lasciare per una nuova, c’è, invece, un presente da contaminare con il passato...", o en castellano: "Así como no hay lugar a donde ir, no hay ninguna vida pasada que dejar por una nueva; hay, sin embargo, un presente para contaminar con el pasado...". Estas palabras, de un dialogo entre Hui-Neng, el sexto patriarca, y Nangaku son:
«El maestro zen Nangaku visitó al sexto Patriarca. El Patriarca dice: “¿De donde vienes?”
Nangaku responde: “Vengo del Monte Suzan, donde vive el maestro nacional Ean.”
El Patriarca le pregunta, “¿Qué es lo que así viene?”
Nangaku no olvidó nunca aquella pregunta. Después de que hubo practicado con el Patriarca durante ocho años, finalmente pudo comprenderla. Entonces dijo al Patriarca: “Cuando vine a visitaros por primera vez me preguntasteis, ¿qué es lo que así viene?. Ahora lo comprendo”
“¿Cómo lo comprendes?”, pregunta el Patriarca.
Nangaku responde “Si intento precisarlo me extravío”
“¿Entonces, es práctica y realización o no lo es?, pregunta el Patriarca.
“Es incorrecto decir que no es práctica y realización. Pero no debemos contaminarlas”
El Patriarca dice: “¡No contaminación! Esto es lo que los Budas y los Patriarcas han mantenido. Tu eres así. También yo soy así, incluso eran así los Patriarcas en India”»
El sexto patriarca, confirmando la comprensión de Nangaku exclama "¡No contaminación!". Para mi ahi está todo. En volver la mirada a ese vacio (de cualquier forma) que nos constituye, intimamente, y que a la vez puede contenerlo todo, es decir que es universal, y por tanto, occidental (o global, probablemente, cada vez más, en este mundo en el que nosotros vivimos). Y, desde ahi, después volverla de nuevo hacia afuera, para que hable a su vez a este mundo que es el nuestro. Y entonces, para volver a la forma, para hacerse entender, deberá adoptar las formas de este mundo, como ha hecho siempre el budismo, que no tiene forma. Morir para renacer de nuevo, desde cero, en las culturas y en los corazones de cada persona.